En 1985, Rock Hudson, uno de los últimos galanes de la época dorada de Hollywood, fue el primero contar que padecía la enfermedad. «Si esto puede ayudar a otros, al menos sabré que mi desgracia tuvo algo positivo”, comunicó poco antes de morir.

“No estoy feliz por tener Sida, pero si esto puede ayudar a otros, al menos sabré que mi desgracia tuvo algo positivo”.
Las palabras de Rock Hudson, uno de los galanes icónicos de la época glamorosa de Hollywood, eran las más buscadas por los periodistas de Estados Unidos. Es que semanas atrás, el 25 de julio de 1985, una de las voceras de prensa comunicó que el actor era VIH positivo.
El deterioro de la salud de Hudson -extremadamente delgado, demacrado, con pérdida del cabello- era más que evidente. Y su valiente revelación en el seno de una sociedad hipócrita e estigmatizante, tuvo el valor de dar voz al padecimiento silencioso de varios miles de compatriotas.
Finalmente el galán murió el 2 de octubre de 1985.Tenía 59 años

El 23 de noviembre de 1991, Freddie Mercury confirmó lo que era un secreto a voces: mediante un comunicado el líder de Queen y una de las mayores voces de la historia del rock confirmó que tenía Sida y pedía la colaboración de gobiernos y grandes laboratorios para combatir la enfermedad que se extendía en todo el mundo.
«Prefería mantener esta información privada hasta la fecha para proteger a quienes me rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de que mis amigos y seguidores de todo el mundo sepan la verdad. Espero que todos se unan a mis médicos y a todos los del mundo en la lucha contra esta terrible enfermedad».
El día siguiente, 24 de noviembre de 1991, Freddie Mercury moría en Londres. Tenía 45 años.

El protagonista de «Psicosis», tal vez la película más famosa de Alfred Hitchkock, falleció el 12 de septiembre de 1992, cuidado por su esposa y sus dos hijos. Pocos días antes, con la intención de poner fin a los rumores, el actor hizo llegar un comunicado a la prensa:
«Elegí no decirlo que padecía esta enfermedad porque, parafraseando ‘Casablanca’, no es que yo sea muy noble, pero no lleva mucho tiempo darse cuenta de que los problemas de un viejo actor no valen ni un puñado de alubias en este mundo desquiciado. (…) Hay muchos que creen q e esta enfermedad es una venganza de Dios, pero yo creo que fue enviada para enseñar a la gente cómo amarse y comprenderse, y para tener compasión por el prójimo. He aprendido más sobre el amor y la comprensión humana entre la gente que he encontrado en esta gran aventura en el mundo del sida que en el asesino y competitivo mundo en el que he malgastado mi vida».
Al morir, el actor tenía 60 años.

El 9 de abril de 1992, el extenista, que entonces tenía 48 años, había citado a una conferencia de prensa para confirmar una versión que había comenzado a circular por Nueva York: que era VIH positivo.
«Lamento que me hayan obligado a hacer esta revelación ahora, en este momento -inició su mensaje Arthur Ashe-. Tristemente, no hay una buena razón para que este anuncio suceda ahora. Pero sucedió, me adaptaré y seguiré adelante con mi vida», arrancó.
Ashe pensaba leer tres carillas ante los periodistas pero la emoción le impidió continuar. Junto a él estaban su familia y hasta el alcalde neoyorquino. Ya repuesto, contó que había adquirido el virus durante una operación quirúrgica a corazón abierto 1983 pero que recién en 1988 le fue detectado.
Ganador de tres Grand Slam -aún hoy es el único afroamericano que ganó Wimbledon-, tras dejar el tenis Ashe se abocó a luchar por el derechos postergados, contra el apartheid sudafricano y, conocida su enfermedad, a reunir fondos para combatir el Sida. «Crear conciencia sobre este mal se ha convertido en la función más importante de mi vida», confesó en una de sus últimas entrevistas.
El 6 de febrero de 1993, a los 49 años, Ashe murió en su ciudad, Nueva York. El estadio de Flushing Meadows -el mayor del mundo- donde se disputa el Abierto de tenis de Estados Unidos lleva su nombre.

«Por el virus del VIH tendré que retirarme del basquetbol hoy. Quiero que sepan que extrañaré jugar. Ahora me convertiré en un vocero del VIH porque quiero que los jóvenes sepan que se puede practicar sexo seguro. A veces uno es inseguro y cree que eso no le puede suceder».
Con estas palabras, uno de los jugadores más exitosos de la NBA ponía fin a su carrera, con apenas 32 años, el 7 de noviembre de 1992. Earvin «Magic» Johnson, acompañado por otra gloria del básquet, Kareem-Abdul Jabbar, se expresó con seguridad y optimismo a pesar de que entonces VIH era sinónimo de muerte. «Seguiré adelante, lo venceré y me divertiré», enfatizó.
Y así fue. Porque el ganador de cinco anillos de campeón y tres veces elegido el mejor de la NBA, fue uno de los primeros en recibir un tratamiento antirretroviral experimental. Hoy, a los 61 años, desarrolla una vida completamente normal, como empresario y como líder de la Fundación Magic Johnson, cuyo objetivo es reunir fondos para la investigación médica contra el Sida.

En el 2010, el creador de aquel gran grupo artísticio que fue Botton Tap, en pleno aire de ShowMatch, el programa de Marcelo Tinelli, reveló públicamente que desde hacía una década era portador del VIH.
«El 15 de enero de 2001 me enteré de lo que me estaba pasando», contaría Aníbal Pachano en un reportaje. «Después de un primer momento de negación, me dije: ‘Esto tiene que servir de algo'». Al poco tiempo, el coréografo trato de comunicarse con la persona por la cual contrajo el virus. Pero no le contestó. «Al año, cuando yo ya me estaba tratando, me enteré de que había muerto. Fui responsable en un 50 por ciento y me hice cargo de mi parte. No tengo nada que reclamarle a nadie. En tal caso, debo preguntarme por qué no me cuidé».
Hoy, Pachano, de 66 años, sigue con su tratamiento y con una nutrida actividad mediática y profesional, además de integrar la Fundación Helios, que ayuda a quienes padecen la enfermedad.
Este viernes 11 de junio Aníbal Pachano fue el ganador del reality de El Trece, «Corte y Confección Famosos».