Grieta y Acuerdo: De muy difícil a imposible

En fases arquitectónicas y agonales se desenvuelve la política. La primera se caracteriza por la búsqueda de acuerdos y la segunda por la confrontación para construir poder. Ambas ocurren en tiempos distintos y no se superponen. Cuando se está en campaña electoral es tiempo de confrontar en la búsqueda de poder, dilucidada la cuestión, se suele pasar a la fase arquitectónica en búsqueda de consensos y proponer acuerdos. Cuando se está en la fase agonal es tan políticamente incorrecto intentarlos, como plantear la confrontación cuando se está en tiempo de diálogo.

Algo como esto es lo que oficialismo acaba de hacer. Anuncian una propuesta de acuerdo en medio de una batalla electoral. Y si saben qué es inviable, solo puede explicarse por una especulación menor por sacarse ventajas en una disputa interna. Pero además hay otro grave problema que hace imposible cualquier acuerdo; el programa, la propuesta o lo que sea, sobre lo cual acordar. Nada de eso tiene el gobierno, en palabras del Presidente, no tiene programa y se ufana de ello. No solo no tiene programa, tampoco tiene propuestas ni ideas. Es una nave al garete, sin brújula y con la capitana enojada haciendo perforaciones en la base. Si no hay sobre que acordar; imposible hacerlo y por doble motivo entonces. Pero además hay una grieta.

A menudo se escucha a políticos de distintos sectores hablar de que hay que superar la grieta. Muy loable propósito, que en algún momento habrá que impulsarlo y alcanzar. Pero esto no es una cuestión de buena voluntad, no es superar la grieta dialogar amablemente y sin agredirse. Ello está bien, pero es necesario mucho más. Mientras haya populismo; habrá grieta inexorablemente, porque en la lógica política del populismo es necesario un enemigo. Si no existe hay que crearlo. Y esto es así no puede ser de otra manera, sí desaparece el enemigo desaparecería también el populismo, ya que este no reconoce adversarios solo reconoce enemigos.

Es el populismo otra cosa distinta a una ideología propiamente dicha. Es una construcción de poder basada en la relación amigo-enemigo, “a los amigos todo, al enemigo ni justicia”. A quién le atribuyen el papel de enemigo, le achacan sus propias falencias, errores y le imputan delitos que solo ellos cometieron. Además esta forma de construcción de poder necesita efectuar un uso irresponsable de dinero. Por eso se puede afirmar que populismo sin enemigo y sin dinero no es viable.

José Alvarez DNI 4625153

josealvarez010@gmail.com

26-10-21

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