La independencia artiguista nunca admitida por la historia oficial y que entrerrianos y orientales debemos recordar.

No es la primera vez que abordamos este tema. Por el contrario, en las últimas tres décadas fueron incontables las veces que nos referimos a él tanto en Radio Chajarí o en CHAJARI AL DIA. Pero consideramos que el hecho en sí mismo y la fecha, imponen una vez más recordar aquella circunstancia que no sólo no fue menor, sino que fue de inmensa importancia, más allá del esfuerzo de la historia oficial por ocultarla. Se cumplen hoy 204 años de aquél hecho glorioso.
Fue el 29 de junio de 1815 cuando José Gervasio Artigas presidió un congreso de diputados de las provincias que conformaban la Liga Federal de los Pueblos Libres. Lo recordamos con el nombre de Congreso de Oriente o Congreso de los Pueblos Libres y se realizó en Concepción del Uruguay, entonces llamada Arroyo de la China, que era la capital de Entre Ríos.
El congreso de referencia, del que participaron representantes de la mitad del país de entonces, declaró la independencia. Lo hizo un año antes que el congreso reunido el 9 de julio de 1816 en Tucumán. Claro que este último fue digitado por los porteños, algo que no sucedió en 1815 en Entre Ríos en el congreso artiguista y federal.
Debemos recordar que la Asamblea del Año XIII no cumplió con la promesa de proclamar la independencia, por lo que el Congreso de Oriente fue el primero en declarar la libertad de las provincias del ex Virreinato del Río de la Plata.

En cartas posteriores, Artigas refleja que el congreso resolvió, entre otras cosas, la declaración de la “independencia no solo de España, sino de todo poder extranjero”. En este punto, los federales del tiempo de Artigas dejaron en claro que las Provincias Unidas del Río de la Plata eran (tal cual consta en cartas entre Artigas y San Martín) independientes según el sistema republicano y federal. Lamentablemente no todas las provincias se avinieron a participar de este congreso. Es que Buenos Aires con sus aliados tenían otros objetivos y, convengamos, Artigas era una molestia para ellos.
Y claro que lo era. En dicho congreso, tal apuntábamos, se declaró la independencia de España y de toda potencia extranjera. Se ratificaron todos los puntos propuestos por Artigas, y se enviaron a Buenos Aires cuatro emisarios para proponerlos, pero Álvarez Thomas, fiel a la conducta de sus mandantes, arrestó a los emisarios al tiempo que preparaba una expedición militar contra Santa Fe.
Es importante recordar que tras la Asamblea del Año XIII emergió una organización unitaria. A la cabeza estaba un Director Supremo con sede en Buenos Aires. Ante esto, Artigas constituyó la “Liga de los pueblos libres”. Durante 1814 y 1815, las provincias de la Liga artiguista eligieron sus propios gobernadores, hecho curioso porque hasta ese momento eran designados desde la Capital. De manera que con la “Liga de los pueblos libres” consolidaron sus autonomías las provincias de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Corrientes, la Banda Oriental, y luego las Misiones. El caudillo oriental, en tanto, fijó su “capital” en el campamento de Purificación, a orillas del río Uruguay.

Todo esto hizo que Buenos Aires no aceptara en absoluto la rebeldía federal, cuando en realidad se trataba de la defensa de derechos que les eran propios. Los porteños hostigaron a Santa Fe, a la “Bajada del Paraná” (actual capital entrerriana), a Entre Ríos. Pero los federales resistían y eso, seguramente, fue uno de los motivos por los cuales fue convocado el Congreso de Pueblos Libres o Congreso de Oriente. La selección de diputados fue para aquella época (recordemos que estamos hablando de 204 años atrás) muy democrático y se extendió durante los dos meses previos. Incluso se eligieron representantes de aborígenes y los guaraníes comandados por célebre caudillo Andresito Artigas sesionaron en su propio idioma. El federalismo tomó fuerza y Córdoba se sumó, designando una comisión de representantes. Santiago del Estero estuvo también a punto de integrarse pero su rebelión fue duramente reprimida por los tucumanos.
Al día siguiente de instalado, el Congreso de Oriente integró una delegación oficial designada para viajar a Buenos Aires con el objeto de entrevistar al Director Supremo. Es importante destacar que nunca se intentó sancionar la independencia de la Banda Oriental. Lo que se buscaba era lograr la integración de las provincias en una nación federal, lo que a Buenos Aires les quitaba el sueño.
Si bien las actas del congreso se extraviaron, Ricardo de Titto, en su obra “Las dos independencias argentinas”, indica que se logró reconstruir el desarrollo del Congreso por relatos de los diputados presentes y otros observadores y cronistas. Entre ellos se suma el valioso testimonio de John y William Parish Robertson, comerciantes ingleses residentes en Corrientes que realizaban negocios con Peter Campbell, un destacado militante de la causa artiguista.
Pero además, se indican nombres de congresales. Dice Titto en su obra: “Los congregados fueron Pascual Diez de Andino, proveniente de Santa Fe (Pedro Aldao quedó de modo nominal); Juan Francisco Cabral, Ángel Vedoya, Serapio Rodríguez, Juan B. Fernández y Sebastián Almirón de diversas localidades de Corrientes; Andrés Yacabú por las Misiones, José Isasa, los doctores José Antonio Cabrera de Cabrera y José Roque Savid (o Savia) y el presbítero doctor Miguel del Corro enviados por Córdoba, Francisco de Paula Araujo, por Corrientes, el doctor José García de Cossio en representación del ‘continente de Entre Ríos’, y Justo Hereñú elegido por la villa de Nogoyá, Entre Ríos y Francisco Martínez, Pedro Bauzá, Miguel Barreiro y seguramente algunos más de quienes no hay registro porque convivían con Artigas en su campamento, por la Banda Oriental”. Hubo acreditados en total, entre dieciséis y veinte congresales.
El autor uruguayo, José María Traibel, ha intentado reconstruir el desarrollo de aquella jornada inaugural del 29 de junio: “Se abrió la misma con una exposición de Artigas. En ella desarrolló minuciosamente el análisis de las propuestas y contrapropuestas intercambiadas con la misión [porteña] Pico y Rivarola, la ‘conveniencia y disonancia’ de cada uno de sus artículos, instruyendo a los diputados ‘del éxito desgraciado que había tenido la negociación’ y su ‘ningún efecto con respecto a sus justas y razonables peticiones que solo miran el interés de todas y cada una de las provincias confederadas’”.
Hacia mediados de agosto, frustrado un posible entendimiento con Buenos Aires, los diputados regresaron a sus respectivas provincias. Buenos Aires, en tanto, decidió concretar un congreso similar en Tucumán, que comenzaría sus sesiones en marzo del año siguiente. Los porteños querían así que se reconozca su predominio político y comercial, además de declarar la independencia que reclamaba San Martín.
Cuando se aprobó la independencia en Tucumán el 9 de julio de 1816, las provincias litoraleñas y orientales estuvieron ausentes. Era la mitad del país de entonces. Solo dos personas pudieron haber estado en ambos congresos: eran los cordobeses Miguel del Corro y José Antonio Cabrera Allende y Cabrera. El primero no participó porque fue designado por el Congreso de Tucumán para convencer a Artigas que se avenga a participar de este Congreso. La misión no solamente fracasó, sino que Miguel del Corro se sumí al artiguismo. Fue entonces Cabrera quien estuvo en los dos congresos independentistas, tanto en Arroyo de la China como en San Miguel de Tucumán.
Salvador Cabral, en su obra “Artigas como caudillo argentino” apunta una frase que atribuye a Mitre y que es una síntesis de la historia oficial: “Entre Ríos, Corrientes, la Banda Oriental, y las Misiones deben su ruina a Artigas. Es el autor de todas las desgracias que por diez años aquejaron a la República Argentina”. Contándonos la historia de esta manera fue que nos dividieron y nos transformaron en uruguayos, paraguayos, bolivianos y argentinos.

 

Félix Luna, en su obra “Los caudillos”, menciona dichos de Busaniche: “Artigas será el caudillo de mayor prestigio en el litoral argentino, el primer hombre que se levantará en masas y el primero que infundirá un aliento popular a la revolución, sacándola del conciliábulo y la trastienda en que se había mantenido hasta entonces. Será también Artigas el primero que rechazará la máscara de Fernando y pedirá que sea declarada la independencia”.
Buenos Aires no dudó en entregar a Elío la Banda Oriental, Arroyo de la China, Gualeguaychú y Gualeguay. Artigas une su pensamiento al de San Martín, cuando afirmó: “Seamos libres y lo demás no importa nada”. Desde entonces, ya ubicado en el Ayuí, se sumerge sin pausas y sin medir esfuerzos en la prédica federal, una prédica que hoy seguimos necesitando. Aquél personaje y su ejemplo siguen siendo necesarios.
“Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa por vuestra presencia soberana. Vosotros estáis en el pleno goce de vuestros derechos: ved ahí el fruto de mis ansias y desvelos, y ved ahí también todo el premio de mi afán. Ahora está en vosotros conservarla”, dijo entonces Artigas en aquél congreso.
Independencia, autonomía, federalismo, libertad política y religiosa, apertura de puertos, reparto de tierras entre los desposeídos… Era demasiado para los porteños y para quienes con ellos hacían grandes negocios y mantenían el poder político.
Posadas declaró traidor a Artigas. De nada sirvió. La idea federal no se perdería por eso.
Buenos Aires le propuso la independencia total de la Banda Oriental, y libertad de elección para Entre Ríos y Corrientes. “Ni por asomo” contestó Don José, rechazando la escisión y decidiendo con fuerza que la Banda Oriental continuaría unida y en igualdad con las otras provincias.
Félix Luna dice claramente: “Es un disidente no un traidor” y el mismo Artigas lo aclarará: “Yo no soy vendible, ni quiero más precio por mis empeños que ver libre mi Nación”.
Se pregunta Luna: “¿Cómo podría tolerar el partido directorial, que era centralista, pro monárquico y oligárquico, la existencia de esa democracia popular con arrestos autonomistas? ¿Cómo podía admitir la existencia de ese poder que reparte tierra entre gauchos pobres e impone normas a los comerciantes extranjeros? Para la oligarquía porteña, Artigas era un peligro por el solo hecho de existir”.
No nos llama la atención la opinión que sobre Artigas tuvieron y tienen varios historiadores. Nos preguntamos, eso sí, por qué en Entre Ríos no se le dio el tratamiento merecido.
Podríamos extendernos, sin duda, en este tema, pero consideramos que lo expuesto es suficiente para que entrerrianos y orientales, al menos, festejemos cada 29 de junio el día de la independencia que Artigas nos diera un año antes que el Congreso de Tucumán se reuniera.

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