Es uno de los síntomas que muestran presencia creciente en la población y por supuesto, en los ámbitos públicos y privados de salud mental. Son manifestaciones físicas y psíquicas, donde se combinan de tal manera que la persona, si siente dificultad para respirar, tendrá una percepción de ausencia de oxígeno, lo que lo hará ingresar con inmediatez, a la idea de muerte. De la misma manera sucede, si aprecia un incremento de pulsaciones. Pondrá en duda su salud cardíaca y se sentirá a punto de padecer un ataque cardíaco. También ocurre cuando se presenta un dolor torácico.
Podemos afirmar con certeza, que las personas, cuando sufren ataques de pánico, sienten la presencia de la muerte. Este es el común denominador, y pese a que las intervenciones médicas, desechan el criterio de afección clínica, cada vez que se repiten las vivencias de muerte, se intensifican las manifestaciones que provocan un gran sufrimiento.
Los síntomas varían y emergen frente a ciertas situaciones que, en otros momentos fueron normales, adquieren condición de amenaza y riesgo, lo que pone en marcha una intensa dosis de angustia que acompaña a las percepciones corporales.
Muchas veces, se agrega a este momento de intenso padecimiento, un incremento de sudoración, sequedad de boca o sensación de mareo. En definitiva, las personas afectadas a ataques de pánico, cuando se desencadenan estos síntomas, no pueden evitar pensar y sentir que la muerte es inminente. Por ésta razón, la presencia sanitaria cercana, brinda tranquilidad. Saber que existe un Centro Médico, Sanatorio u Hospital en la cercanía, le otorga a la persona doliente, la ilusión que podrá ser ayudado con rapidez.
Entre otras inhibiciones que producen estos cuadros, se considera el impedimento para viajar a través de algún medio de transporte, inclusive
conducir, puede convertirse en un problema, pese a la experiencia de manejo que poseen.
Resulta difícil para familiares y amigos comprender el cuadro, también al propio padeciente, ya que los análisis clínicos, radiografías u otras imágenes diagnósticas, sumada a las conclusiones clínicas médicas, confirman ausencias de síntomas genuinos. Por lo que adquiere significación la dimensión psicológica.
Detrás del Ataque de Pánico, existe un caudaloso torrente de angustia, que sin tener el formato conocido de pesar o malestar emocional, irrumpe de manera imprevista y potente. Antagonizan en forma consciente e inconsciente, por un lado la certeza de estar frente a fuerza arrasadora, y por otro, sentirse disminuido para enfrentarla.
Desde mi experiencia, es un momento especial en la vida de las personas, donde convergen situaciones laborales o afectivas, con sobrecargas de tensiones y angustias escondidas, que debilitan la fortaleza Yoica de tal manera, que la persona siente no poder enfrentar y resolver las adversidades que se presentan. Se enmascaran y encubren tras el descripto formato de ataque de pánico.
La tarea psicológica es:
· contribuir a elaborar los miedos,
· enfrentar los obstáculos
· y sentimientos de impotencia, cuyo origen escondido, es necesario develar.
En ocasiones son acompañados por un tratamiento farmacológico leve, que contribuye a disminuir los niveles de ansiedad y angustia. Son cuadros cuya evolución, es de buen pronóstico.
Lic. Mario Sarli
Psicólogo