
A la comunidad deportiva de Concordia, a los socios y exsocios del Club Regatas:
El estado actual del Club Regatas Concordia ya no es una preocupación: es un escándalo a cielo abierto. Y los responsables tienen nombre y apellido. Hoy exigimos respuestas claras y verificables al presidente Lucas Soto y al capitán del club, Yayo —propietario de By Lolas y Black Bar.
Durante años, la institución se vino abajo en lo edilicio, en lo deportivo y en lo administrativo. Mientras el club se derrumba —literalmente— ambos dirigentes sostienen negocios privados en pleno crecimiento y con una presencia económica visible en la ciudad. La pregunta obvia es:
¿Por qué un club centenario que administran ellos está abandonado, sin inversión, sin mantenimiento, sin transparencia y sin mejoras básicas?
Los socios estamos cansados de que Regatas sea un símbolo del deterioro en vez de un lugar donde el deporte y la comunidad prosperen. La pileta climatizada sigue inutilizable con agua estancada; los baños están en condiciones indignas; los alojamientos sociales se convirtieron en depósitos; y el patrimonio histórico del club está a la deriva.
Y mientras todo esto ocurre, Lucas Soto y Yayo manejan actividades, movimientos de dinero y relaciones económicas que jamás son transparentadas hacia los socios.
No hay balances públicos.
No hay informes.
No hay auditorías.
No hay elecciones democráticas desde hace más de una década.
Por eso exigimos formalmente:
1. Que Lucas Soto y Yayo presenten, por escrito, un detalle completo de ingresos, gastos y movimientos económicos del club durante su gestión.
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2. Que se convoquen elecciones democráticas inmediatas, con padrón actualizado y supervisión independiente.
3. Que se realice una auditoría externa, profesional y certificada, para esclarecer el manejo de fondos y el uso de recursos del club.
4. Que expliquen la falta absoluta de inversiones en infraestructura, en contraste con la expansión visible de sus negocios particulares.
5. Que se recupere el funcionamiento institucional, hoy prácticamente inexistente.
Las sospechas que circulan entre socios, exsocios y vecinos ya no pueden barrerse debajo de la alfombra.
Cuando los números no cierran, cuando la información no aparece y cuando el deterioro se profundiza mientras ciertos actores prosperan, la transparencia deja de ser una opción y pasa a ser una obligación legal.
Esta carta no busca chismes ni escándalos mediáticos: busca que Regatas vuelva a ser lo que debe ser. Y si para eso hay que llevar a la justicia cada irregularidad detectada, lo haremos. Con pruebas. Con abogados. Con todo lo necesario.
Atentamente,
Socios, exsocios y ciudadanos que no están dispuestos a ver morir una institución histórica.

