Pocas veces comprobamos tan fehacientemente lo que hace mucho lo saben la física, la biología y la
psicología: el implacable paso del tiempo que puede correr más rápido o más lento. Es un misterio
insondable que fascina y desconcierta pero es la experiencia fundamental de nuestras vidas.-
Corría el año 1964 y el Presidente de la Nación Argentina era Don Arturo Humberto Illía, un médico nacido
en Pergamino pero que ejercía su profesión en la localidad de Cruz del Eje en la Pcia. de Córdoba y que
murió pobre pero nunca olvidado.
Gobernaba la provincia de Entre Ríos el Dr. Carlos Raúl Contín y Juan Ramón Larocca presidía la
intendencia de la localidad de Concordia.-
En esta pequeña síntesis descriptiva intento presentar el escenario donde viví una experiencia límite y
temeraria que quedó grabada para siempre en mi memoria porque también la misma, conlleva implícita el
reconocimiento y la gratitud.-
En aquel tiempo concurríamos hacia la zona de Salto Grande antes que se construyera la represa del mismo
nombre. Una zona extraordinaria por su belleza natural, por la incomparable flora, fauna y los altos y
rápidos desniveles rocosos en el curso medio del río Uruguay que formaban unas maravillosas y
sorprendentes cascadas y el incesante correr del agua que hoy se torna difícil, si no imposible, describir.
Un paraíso perdido.-
En aquella etapa, tendría yo siete años y jugábamos inocentemente en el agua junto a mis hermanos Ana
María y Martín José cuando la correntada nos arrastró con una fuerza asombrosa entre las piedras a una
velocidad increíble. El pánico se apoderó de nosotros y comenzamos a pedir auxilio. La gente de la costa
se inquietó y la desesperación corrió como un reguero de pólvora.
Parecía que nuestro destino ya estaba escrito en las páginas de las profundas aguas del río. El cielo y el
agua que nos sumergía transcurrían como una secuencia fílmica y la resignación a los mandatos de la
tragedia ya estaban marcados, hasta que una mano salvadora se tendió hacia nosotros para aferrarnos y
dos brazos en forma de tenazas fuertemente se aferraron a nuestras débiles figuras para conducirnos, a mi
hermano y a mí, serena y prudentemente, pese al vértigo correntoso, hacia la orilla para regresar luego
por mi hermana Ana María que había quedado atascada en una piedra y repetir la operación con una
admirable habilidad y conocimiento del río y sus imponderables misterios.-
Esa persona que se arrojó para rescatarnos se llamaba Adolfo Lafourcade y era un joven de
aproximadamente 22 años que estaba pescando y no dudó un instante en acudir en nuestro auxilio.-
Su cuerpo atlético presentaba las escoriaciones de las rocas, las huellas de una naturaleza hostil, pero él
sonreía con una sana e ingenua expresión que nunca pude olvidar. Luego todo se calmó y su figura se
perdió en la multitud.
Pasaron los años y ya célebre por su actuación política y constitucionalista lo encontré en la peatonal y le
recordé aquel suceso. Tenía un recuerdo difuso porque en aquella época de las cascadas de Salto Grande
eran frecuentes situaciones de esas características, pero igual se emocionó con mi relato y nos estrechamos
en un abrazo eterno.-
Hace unos meses nos encontramos casualmente. ¿Existen las casualidades? Es una pregunta interpelante
que no tiene respuestas.
Me comentó que estaba enfermo pero luchaba decididamente para superar esa dolorosa instancia. Lo
alenté a seguir adelante. Hablamos de la situación actual, del presente y del futuro. Nos alentamos
mutuamente y nos encomendamos a que se cumpla en nuestras vidas y en nuestros destinos la voluntad
de Dios nuestro Señor.-
A veces la memoria se presenta cubierta por un manto de misterio y de fronterizas fantasías y verdades.-
Cuando nos despedimos, en su expresión y en un rostro, tal vez marcado por dolorosas experiencias, supe
a ciencia cierta que su sonrisa era la misma de aquel lejano y extraño verano de 1964 cuando salvó mi
vida y la de mis dos hermanos.-
La crónica decía: Falleció Adolfo Aníbal Lafourcade: el hombre que impulsó la Bicameral de los Derechos
Humanos. Un dirigente siempre crítico de los hechos de corrupción. Luchó un año y medio contra una
dolorosa y cruel enfermedad y le dio gran batalla.- Tenía 79 años.-
¡Adiós y hasta siempre “Piliche” Lafourcade!.-
PATRICIO FERRIER.-
DNI 13.198.034
Asi era Piliche…, decidido, valiente, honesto, profundamente humano.