A tres años de haberse iniciado la actual gestión de Gobierno algunos indicadores económicos sirven para tener una visión acabada del modelo macrista. Se acabaron las excusas. Si tomamos como supuesto, como poco discutible, que la gestión anterior había dejado al país inmerso en una serie de problemas irresolutos, las medidas aplicadas por el macrismo no hicieron más que profundizar los desbalances previos. Fue una crónica de un final anunciado.
Como unas de sus primeras medidas, el nuevo gobierno liberó el mercado de cambios y desreguló el mercado de capitales. Con esto, los grupos económicos concentrados tenían vía libre para fugar, y así lo hicieron. Por otro lado, en materia comercial, durante este año el déficit podría alcanzar los u$s 6.000 millones, los cuales se suman a los u$s 8.500 millones del año pasado (que había sido el rojo comercial más grande de la historia argentina medido en dólares corrientes). Salen dólares mediante la fuga de divisas y salen dólares comerciales, y todo financiado con deuda en moneda dura: un proceso claramente insustentable en el mediano plazo. Esto, junto con una política de valorización financiera que garantizó la especulación cortoplacista de unos pocos y sumergió a gran parte de la población en la pobreza y el desempleo.
En 2018, la economía argentina se caracterizó por romper récords negativos como hacía años no se veía. Respecto de la inflación por ejemplo, la devaluación de la moneda nacional, la desregulación de los programas de control de precios y la eliminación de los derechos a la exportación de productos agrarios nos depositaron en lo que es actualmente la mayor suba de precios desde la hiperinflación de los años 1989/90. El año en curso cerraría con una inflación acumulada anual en torno al 50%, lo que representaría el proceso inflacionario más importante de los últimos 30 años.
Como corolario de la inflación vigente se encuentra la pérdida de salario real de los trabajadores que sin dudas será una de las más relevantes de este último tiempo. Con los precios que se proyectan para los últimos dos meses del año, el salario medio de los trabajadores registrados perdería un -10,2% en el acumulado del 2018, mientras que la jubilación mínima y la AUH retrocedería -13,2%. Con la pérdida monetaria de los trabajadores, se redujo el consumo doméstico y los diferentes sectores industriales dedicados al mercado interno sufrieron el golpe.
La industria viene en franca caída desde que se aceleró la devaluación de la moneda nacional. Desde mayo la producción industrial cayó 6,5% y si se compara la actividad industrial de octubre de este año respecto de octubre de 2015 se advierte que la producción es 10,5% menor. La economía actual es como un dominó donde una pieza que se cae va derribando a las piezas que tiene por adelante. Los desbalances externos se trasladan al mercado interno vía devaluación y tasa de interés. Los salarios caen, el consumo se desploma, las fábricas no venden y se ven obligadas a prescindir de personal.
En este sentido, se conciben como las consecuencias más devastadoras del modelo vigente el aumento galopante del desempleo y la pobreza. Durante el segundo semestre de este año el desempleo alcanzó los 9,6 puntos porcentuales. Esta cifra representa el nivel de desempleo más alto de la última década. Por su parte, la pobreza y la indigencia avanzan a medida en que los precios de la canasta básica alimentaria suben más que la inflación general.
La política económica de Cambiemos navega por aguas turbulentas y dentro de una embarcación averiada. Las necesidades de divisas que tiene el Gobierno para los próximos meses serán un test ineludible. Las necesidades de financiamiento de corto plazo 2019 no están garantizadas y, si la desconfianza se sigue profundizando, es posible que la rigidez de la tasa a la baja opere en toda su magnitud. La incógnita a develar es si la bomba generada por la deuda, la fuga y el déficit externo explotará en el corto plazo o si tendrá que ser desactivada por la administración venidera.
- Director de la Licenciatura en Economía de la Universidad Nacional de Avellaneda y integrante del colectivo Economía Política para la Argentina (EPPA).