El pasado 7 de julio, Fátima Ruiz Díaz, atleta de 48 años oriunda de Concordia, Entre Ríos, se consagró Campeona Nacional de Powerlifting en Villa María, Córdoba. Este título no solo reafirma su dedicación y esfuerzo, sino que también le abrió las puertas para representar a Argentina en el Campeonato Sudamericano de Powerlifting, que se llevará a cabo del 12 al 15 de septiembre en Santa Cruz, Bolivia.
Fátima, además de atleta, es docente y madre de dos hijos, Candelaria de 25 años y Carmelo de 19. Con una trayectoria de más de 23 años en la docencia y una vida dedicada al deporte, esta campeona mundial de Powerlifting, título que obtuvo en Brasil en 2023, se enfrenta a un nuevo desafío: recaudar los 1.500 dólares necesarios para poder participar en el evento internacional, ya que los gastos corren por cuenta de cada atleta.
«Será un honor representar nuevamente a la Argentina, además de ser la única argentina en la categoría y edad. A 15 dias del torneo, no he conseguido apoyo por parte del Estado ni de los organismos e instituciones deportivas», comenta Fátima, quien no ha dejado de entrenar con disciplina y constancia. Sus entrenamientos, que suman 20 horas semanales, incluyen complemento aeróbico, flexibilidad y meditación, demostrando que el deporte de alto rendimiento requiere no solo esfuerzo físico, sino también mental.
Fátima es consciente de los obstáculos que enfrenta, pero su pasión por el deporte y su convicción de que «todo se puede, que nada es imposible», la motivan a seguir adelante. Criada en un barrio lleno de niños, Fátima encontró en el deporte un refugio y un medio para desafiar sus propios límites, algo que aprendió desde pequeña gracias a su padre, un referente del Karate en la provincia.
«El deporte me ha salvado siempre», confiesa Fátima, recordando cómo el Powerlifting llegó a su vida hace cinco años, transformándola física y mentalmente. Con el respaldo de su entrenador, Facundo Ledesma, y su nutricionista deportólogo, Fátima ha logrado alcanzar la mejor composición física de su vida a los 48 años.
A pesar de los desafíos financieros, Fátima sigue soñando con ver la bandera argentina en lo más alto del podio sudamericano. «Quisiera materializar esta meta y que los atletas amateur puedan ser visibilizados en torneos de esta magnitud», concluye. Su historia es un testimonio de perseverancia y pasión, y un llamado a la comunidad para apoyar a quienes, como ella, luchan por representar al país en escenarios internacionales.
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