Con una marcha a la Plaza de Mayo y advertencias de una escalada de la conflictividad los sindicatos opositores al Gobierno harán hoy un anticipo del paro nacional convocado para mañana por la CGT, el cuarto contra la administración de Mauricio Macri. Será la primera gran puesta en escena de la alianza que tejieron a espaldas de la central obrera el camionero Hugo Moyano, las dos versiones de la CTA, el sindicato de mecánicos (Smata) y la Corriente Federal de Trabajadores (CFT), luego del acto de lanzamiento del sector el jueves en el microestadio de Ferro. De ese espacio, el bancario Sergio Palazzo advirtió ayer que de no haber «correcciones» en el rumbo económico del Gobierno el gremialismo «intensificará las acciones de protesta».
En el preámbulo de la huelga la atención estará focalizada esta tarde en la Plaza de Mayo. Allí desde las 15 se desarrollará un acto organizado por las CTA de Hugo Yasky (de los Trabajadores) y de Pablo Micheli (Autónoma) con la participación de todos los espacios sindicales disidentes además de movimientos sociales distantes del Ejecutivo. Será, a su vez, el punto de partida de una serie de movilizaciones pautadas entre este mes y noviembre, al menos, que incluirá una a la Basílica de Luján el 20 de octubre, con consignas contra el deterioro social, y otras asociadas a las reuniones en Argentina por el G-20 pautadas para el mes siguiente.
Para Moyano, polo de atracción de la oposición -no sólo sindical- el organigrama correrá en paralelo con sus intentos por hacerse del control de la CGT. Una vez superado el paro de mañana -que se descuenta, será contundente- el camionero continuará con su plan de esmerilar la jefatura de la central encarnada en el triunvirato de secretarios generales y su mesa chica de dirigentes. En ese sentido tiene previsto empujar a sus aliados a presentar sus renuncias al Consejo Directivo de la organización para quitarle legitimidad.
De todos modos, un pacto tácito entre dirigentes dialoguistas y opositores estableció un armisticio hasta después de la huelga. Los dirigentes asumieron el compromiso de no atacarse mutuamente para no restarle impacto a la medida de fuerza y evitar una capitalización política por parte del Gobierno de las divisiones cada vez más evidentes en la CGT.
El propio Ejecutivo eligió preservar la reconstrucción del vínculo luego del paro en lugar de azuzar el clima con declaraciones contra la dirigencia. Dante Sica, ministro de Producción y Trabajo y ahora jefe de Jorge Triaca, se mantendrá abierto a las requisitorias de los sindicalistas de forma individual a la espera de la posibilidad de una convocatoria de mayor envergadura, descartada en medio del lanzamiento de las protestas.
El acto de esta tarde tendrá como oradores a referentes de la Corriente Clasista y Combativa, Barrios de Pie, la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y el Frente Sindical opositor (no está resuelto si hablará Pablo Moyano, Palazzo o Mario Manrique, de Smata), y los cierres estarán a cargo de Micheli y Yasky. Participarán también medio centenar de intendentes que marcharán por Avenida de Mayo junto con la columna central de las CTA.
Ayer Palazzo advirtió que las medidas de protesta podrán continuar: «Esperamos que el Gobierno entienda que hay que corregir la política económica, si no, tendremos que intensificar el plan de acción», dijo por Radio Cooperativa. El dirigente, miembro de la Corriente Federal, reclamó la «reapertura de todas las paritarias» y la posibilidad de negociarlas mensualmente en función de la inflación al advertir que «la inflación (de este año) va a estar cerca del 50% o por arriba».
El paro de mañana, no obstante, tendrá como protagonistas centrales a los sindicatos del transporte público de pasajeros, la Unión Tranviarios Automotor (UTA) y los maquinistas de La Fraternidad. Sus líderes, Roberto Fernández y Omar Maturano, respectivamente, apostaron por respaldar a los triunviros Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, lo que hasta ahora representa el mayor obstáculo de la oposición por hacerse del control de la CGT.