Viernes 1 de septiembre de 2023
Queridas hermanos y hermanas de la diócesis de Concordia y de la Prelatura de
Deán Funes que me acompañan, ¡muchas gracias! Estimados hermanos Obispos,
sacerdotes, diáconos, consagradas, intendentes y autoridades civiles, judiciales,
militares y policiales, muchas gracias por estar compartiendo esta celebración de
la fe y acompañándome en el inicio de mi servicio pastoral en esta Iglesia
particular de Concordia.
Hemos escuchado en el Evangelio proclamado este hermoso diálogo vocacional
entre Jesús resucitado y el apóstol Pedro. Jesús examina en el amor a Pedro, antes
de encomendarle “sus ovejas”. Porque el rebaño es de Jesús. Pedro sólo es un
servidor. Y este diálogo termina con el “sígueme” con el que Jesús llama a Pedro.
Pedro es discípulo, camina detrás del Maestro y tendrá que ser siempre discípulo
si quiere responder fielmente a la misión encomendada por su Señor. Este pasaje
fue proclamado en la Misa en la que fui ordenado sacerdote, después en la
celebración de mi ordenación episcopal, y ahora al comenzar mi servicio pastoral
en esta diócesis. Por eso, quiero presentarme diciéndoles que soy un discípulo a
quien Jesús envía a servirlos. El “sígueme”, que es el lema de mi ministerio
episcopal es el llamado del Señor y me recuerda que siempre debo ser
discípulo, que mi vida es seguirlo a Él y que la historia de mi vida deseo que sea
una respuesta agradecida a esta llamada misteriosa y amorosa del Maestro. Como
san Agustín, les digo que con Uds. soy cristiano, discípulo, siempre en la escuela
del Evangelio, siempre necesitado de la misericordia del Señor, y para Uds. soy
Obispo, es decir, pastor y servidor de la Iglesia de Concordia. Por ser Obispo soy
enviado a anunciar con fidelidad el Evangelio, cuidar y fomentar la comunión
eclesial, ser reflejo de la ternura y misericordia del Padre y animar el dinamismo
misionero, porque como dice Francisco, debemos ser una Iglesia “en salida”, que
llegue a todos. Les pido que me ayuden con su oración.
Como cristiano y Obispo me sumo al camino pastoral que desde hace muchos
años está transitando la diócesis de Concordia. Esta Iglesia particular tiene una
linda historia de pastoral orgánica que, en comunión y participación, anima el
compromiso, el protagonismo y la corresponsabilidad de todos en la acción
evangelizadora. Ese proyecto pastoral se plasmó en el Plan Pastoral Diocesano
que fue presentado en abril de 2008. Ahora, respondiendo al llamado del Papa.
Francisco, tenemos que trabajar para seguir siendo una Iglesia misionera que
encarne cada vez más un “estilo sinodal”. San Juan Crisóstomo1 nos enseñaba que
“Iglesia y Sínodo son sinónimos” porque la Iglesia no es otra cosa que el “caminar
todos juntos” por los senderos de la historia al encuentro de Jesucristo2
. Esto
exige de todos, de los laicos, de los consagrados, de los diáconos permanentes y
los sacerdotes, y también del Obispo, una firme determinación para eliminar todo
resabio del clericalismo que tanto mal hace a la Iglesia. Para vencer este mal al
que el Papa Francisco hace constantemente mención, tenemos que
comprometernos activamente en un proceso permanente de conversión personal
y comunitaria. Es necesario aprender a vivir un estilo pastoral que exprese la
realidad de la Iglesia como Pueblo de Dios en el que, por el Bautismo y la
Confirmación, todos somos discípulos de Jesucristo, tenemos igualmente la
unción del Espíritu Santo y la misma dignidad de hijos de Dios. Para ello tenemos
que aprender a escuchar juntos la Palabra de Dios, escucharnos mucho, con
respeto y atención para dialogar y discernir. Querida comunidad de Concordia:
Uds. tienen una larga experiencia de comunión y corresponsabilidad pastoral.
Sigamos avanzando para ser una Iglesia que asuma decididamente un estilo
sinodal en la que todos caminan juntos para anunciar mejor el Evangelio.
Porque la sinodalidad está al servicio de la misión, en la que todos los bautizados
están llamados a participar.
A los sacerdotes, que junto al Obispo constituyen un único Presbiterio, los invito
a que seamos una comunidad discipular y fraterna, según el modelo de los Doce
a los que Jesús llamó y formó para la misión. Ojalá aprendamos siempre el
estilo pastoral de Jesús y podamos juntos testimoniar la caridad del Buen Pastor.
A Uds., queridos hermanos, que son los más estrechos colaboradores del
ministerio del Obispo, les pido asumir el desafío de ser pastores en una Iglesia
que está cambiando porque ha reconocido que todos los bautizados
formamos la Iglesia y que cada uno tiene voz, puede opinar, proponer y entre
todos decidir las mejores acciones evangelizadoras para la comunidad. Ahora
necesitamos un estilo y un liderazgo de pastor que enseñe, promueva y anime
un modo de ser Iglesia fraterna y sinodal, siempre a la escucha de la Palabra
de Dios y de los hermanos, para juntos discernir y decidir el trabajo pastoral
o misionero. Por mi parte, como dice la Exhortación Pastores de la grey del papa
San Juan Crisóstomo, Padre de la Iglesia, s.IV.
2 Cf. Discurso del Papa Francisco al conmemorar los 50° aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos,17 de octubre de 2015.
Juan Pablo II, deseo ser para Uds., “como un padre y hermano”3 que los quiere,
los escucha, les pide y espera su colaboración y los ayuda para que sean fieles a
su vocación sacerdotal, y testimonien siempre la caridad del Corazón de Cristo.
Porque, como nos enseña Francisco, tenemos que ser pastores que llevemos “la
cercanía del Padre misericordioso a las situaciones de precariedad y de pobreza
que aumentan…”; que llevemos “el amor de Cristo allí donde la familia es frágil
y las relaciones están heridas”; pastores que transmitamos “la alegría del Espíritu
allí donde reinan la desmoralización y el fatalismo”
4
. Que la Eucaristía, que
celebramos cada día, nos ayude a crecer en fraternidad sacerdotal, unidos por el
sacramento del Orden y el llamado de Jesús para el servicio de nuestros hermanos.
Querida Iglesia de Concordia: ya estoy entre Uds. Pronto los visitaré. Deseo
conocerlos, escucharlos, celebrar la Eucaristía en sus comunidades. Quisiera ser
el pastor de una Iglesia misionera, cercana a todos, que lleve la ternura de Dios
a los que sufren, a los pobres que son tantos, hay una pobreza que nos duele; una
Iglesia misericordiosa que busque y que incluya a todos, también a los que
hemos dejado de lado o se han apartado porque no han sentido que en la
comunidad haya lugar para ellos. Pidamos al Espíritu Santo el regalo de ser una
Iglesia que camina detrás de Jesucristo, para aprender solamente de Él; pidamos
ser un pueblo de bautizados que vive y testimonia cada vez más nítidamente
la Buena Noticia del amor de Dios.
Que Nuestra Madre, la Inmaculada Concepción de Concordia, nos acompañe y
nos cuide.