En Federal, Maya levantó la voz y convocó a votar con esperanza. Su discurso, directo y sin maquillaje, apuntó contra lo que llamó la peor enfermedad de la política entrerriana: la corrupción.
“No puede ser que los peronistas no podamos poner una opción decente en la boleta”, disparó, en alusión a las gestiones manchadas por escándalos como los contratos truchos, que todavía resuenan en los pasillos de Tribunales y en las calles de cada ciudad. Nombró a Adán Bahl, símbolo del oficialismo protegido, como parte de esa dirigencia que perdió toda conexión con el pueblo.
Maya habló de reconstruir desde abajo: con transparencia, con participación, con un programa que vuelva a poner en el centro al pueblo y no a los dirigentes. Y remarcó que “Entrerrianos Unidos” es mucho más que una alianza electoral: es el paraguas donde confluyen las ideas de un socialismo práctico, vivo, que todavía habita en peronistas y radicales de buena madera.
Esa tradición, dijo, no se resume en consignas vacías, sino en la búsqueda concreta del bienestar común: trabajo digno, salud, educación, servicios públicos eficientes y una administración honesta.
“Estamos acá porque creemos en otra forma de hacer política concluyó Maya. Una política que se arremangue y gobierne para la gente, no para sus bolsillos”.
En Federal quedó claro: el desafío es grande, pero la esperanza se volvió a encender.