Proyecto Iñaki: un fogón para encender la narrativa criolla

La literatura criolla o campesina, gauchesca, nativista, rural ha sido, muchas veces, subestimada por la crítica “ilustrada”. Para algunos, incluso, es un arte menor. Pero el Proyecto Iñaki nace para contradecir esa mirada y devolverle visibilidad a una tradición que ha dado obras icónicas como Ismael (hace 130 años), Campo (120 años), Barranca abajo (110 años) o Paja brava (100 años).

“Iñaki es, en esencia, un proyecto literario que busca contribuir a la divulgación y resurgimiento de la narrativa criollista nacional”, explica su creador, Daniel, ingeniero agrónomo retirado tras más de treinta años de trabajo en campaña. Tallerista, narrador oral y voluntario “por elección de vida”, Daniel sostiene que este proyecto no persigue fines económicos: “Es una acción cultural para cambiar la realidad”.

Ciclos, olvidos y resurgimientos
La historia del criollismo literario está atravesada por ciclos de interés y desinterés. A mediados del siglo XX, y especialmente hacia los años 80, la narrativa sobre el campo y su gente sus tareas, paisajes y problemas fue desplazada. “Se dejó de lado su vida, su pensamiento, sus dolores, sus derechos”, recuerda.

Paradójicamente, en ese mismo tiempo comenzó a crecer el interés por los orígenes y por lo que define como “el proceso histórico del ser nacional”. Con la salida de la dictadura en 1985 surgió la necesidad de alejarse de la historia oficial y de revalorizar el regionalismo narrativo.
Tras una etapa de gran vitalidad, el impulso se fue apagando. Hoy, el desafío es retomar la escritura y la divulgación de cuentos criollos, y aceptar, como dice el propio Daniel, que “somos campesinos eufóricos o nostálgicos, naturales o legales por nacimiento o descendencia, herbívoros o carnívoros… pero campesinos al fin”.

De la biblioteca al fogón

El proyecto no se limita a la investigación. Busca llegar al público a través de redes sociales, de un sitio web y de actividades de narración en vivo, que pronto tendrán una planificación más sistemática. Pero en las últimas semanas, su mirada se amplió: las conversaciones sobre descendencia vasca despertaron en Daniel la idea de recuperar y contar cuentos de tradición vasca que guardaba en su biblioteca.

“Fui con mis hijos a pueblos como San Román, en España y Francia, buscando qué había detrás de uno. Tengo un montón de cuentos vascos y podríamos coordinarlos en alguna sociedad vasca, como un puente entre esa raíz y el proyecto criollista”, propone. No busca nada a cambio: su único interés es acercarse a esos antepasados y compartir ese legado, de la misma forma que comparte los relatos criollos.

En esa intención late algo más que literatura: un gesto de identidad cultural que cruza fronteras y tiempos. Narrar, escuchar y recordar se convierten en un acto de pertenencia. Porque en cada cuento criollo o vasco hay un fogón, un paisaje y una memoria que todavía viven en quienes deciden contarlos.

Si querés “sumarte al fogón”, como dice nuestro querido amigo Iñaki, podes buscarlo y conocer sus relatos en Instagram como @iniakirelatoscriollos o en su web https://xn--iakirelatoscriollos-v3b.com/

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