Detrás de esta actividad milenaria, que en nuestro país estaba un poco demodé desde su último auge en la década del 70, hay cada vez más adeptos, y entre ellos, muchas mujeres. En todas las provincias argentinas, los lugares de práctica se multiplican y de a poco se vuelve una tendencia que combina espiritualidad y deporte.
Como a otras actividades que estaban en las sombras, Internet y las redes sociales lo sacaron a la luz; películas, series y libros que, entre sus personajes, tienen arqueros o arqueras con un carisma cósmico también sumaron seguidores; y, como la estructura que requiere se monta con poco dinero, muchos clubes de barrio lo incorporaron a sus actividades. Pero quizá, por sobre todas las cosas, se esté haciendo más popular porque cada vez más personas descubren que es una herramienta que puede ayudar a trabajar con uno mismo. Y da bienestar.
Beneficios y habilidades que te aporta:
Equilibras emociones. El enojo o el exceso de alegría afectan la fluidez del tiro, por eso necesitas estar conectado/a con tu arco, tu flecha y tu rutina de tiro. La respiración como herramienta, a su vez, va a ayudar a regularte emocionalmente.
Desarrollar la capacidad de estar en el presente, de hacer foco. Se tira una flecha a la vez. La flecha importante es la que estás tirando ahora mismo, no la anterior ni la que vendrá.
Sumas autoconocimiento. Porque esta actividad apela a una proyección interior: estar atento/a a tu respiración, a tus emociones, a las manifestaciones del cuerpo.
Mejoras la confianza en vos mismo/a. Cuando tranquilizas la mente de pensamientos negativos o improductivos, el famoso «no voy a poder hacerlo» se apaga. El logro no es dar en el blanco, es conectarte con el tiro en sí mismo, ir desprendiéndose de tu intención de hacerlo bien, para simplemente hacerlo. Así, naturalmente, el nivel de confianza se va afianzando.
Administrar mejor los pensamientos. El mejor momento de la práctica del tiro es ese en el que no se piensa, cuando no especulas con el logro, sino que te conectas con el hacer y con el sentir.
Reformular la noción de «control». No se trata de querer controlar todos los movimientos, sino de «sentir» que la preparación de ese tiro y de esa flecha está en función de la respiración, del estar presente, del fluir.
Acrecentar tus niveles de tolerancia. Vas a aprender a esperar a que ese tiro fluido llegue, que, si la flecha no da en el blanco, hay que seguir trabajando con el equilibrio y no con el resultado de dar en el centro.
Aprender a desprenderte del resultado, dejas ir. Cuando liberaste la cuerda, ya hiciste todo lo que podías hacer. Ahora, lo tenés que dejar ser.
Gentileza de Gustavo Cardozo para Concordia24