La Pulga anotó a los 15 minutos el primer gol del Barcelona ante Manchester United y quebró la mala racha.
Si algo le gusta a Lionel Messi es cumplir con sus goles las asignaturas pendientes. Había llegado a la revancha contra Manchester United envuelto por una extraña mala racha: desde 2013, en un 1-1 contra el PSG, que no convertía goles por los cuartos de final de la Champions. Poco tardó en sacarse ese peso de encima.
Iban apenas 15 minutos de partido y Barcelona no la tenía fácil contra los ingleses, que antes del minuto de juego habían puesto un tiro en el travesaño de la mano de Rashford. Pero entonces apareció Messi, el genio.
Leo, que prácticamente no había tocado a la pelota hasta ese momento, recibió en la derecha del ataque y avanzó luego de trabar con un defensor. Le salió a la marca el brasileño Fred, lo despachó con un caño y fue a buscar ese espacio apenas afuera del área desde el que es implacable.
Ya en la media luna, Messi hizo una de las cosas que tan bien le salen y sacó un tiro combado, abajo, al palo derecho de un De Gea que voló inútilmente. El Camp Nou estalló y la serie estaba encaminada. Mucho más cuando un rato después a De Gea se le escapó por debajo del cuerpo un tiro intrascendente de la Pulga. La maldición había quedado definitivamente en el olvido.
