Fue un día signado por la oración, el recogimiento y la contemplación; además de la invitación a adentrarnos con “corazón orante en el misterio del amor de Dios manifestado en Jesús crucificado”. Así lo expresó monseñor Gustavo Zurbriggen, obispo de Concordia, en el oficio que presidió por la tarde en la Catedral San Antonio de Padua.
“La pasión de Jesús y su muerte en la cruz es la mayor expresión de amor hacia la humanidad” dijo el obispo, y reforzó su idea asegurando que por amor “nos dio lo más preciado que tiene un hombre que es su propia vida” convirtiéndose así en la historia que revela “el amor infinito del Corazón de Jesús, entregado hasta la muerte y muerte de cruz, para regalarnos el perdón y la paz”.
Haciendo alusión al jubileo de la esperanza que vive la Iglesia en este año, el pastor de la diócesis señalo que todos “estamos invitados a dejarnos perdonar por Jesús, que en el sacramento del perdón” nos libera “del pecado, de la culpa y de la muerte. Jesús nos perdona siempre y nos perdona todo -enfatizó- Jesús siempre perdona a quien se arrepiente de corazón, sinceramente desea convertirse y confiesa todos sus pecados”.
Pero además hizo hincapié en que este año jubilar “nos ofrece ir también a las fuentes de la misericordia, que es el corazón traspasado de Jesús crucificado” para “pedir la gracia de la Indulgencia” que es “el regalo del amor infinito de Jesús y de todos los santos, que borran las huellas que han dejado nuestros pecados en nosotros, en personas a quienes hemos ofendido o en la comunidad” señaló.
Concluyó su mensaje, invitando a la comunidad de fieles a ofrecer la celebración por las intenciones del papa Francisco, y a pedir la gracia de la Indulgencia, porque “la misericordia, el amor y la purificación de nuestros pecados, brotan de la fuente del corazón herido de Cristo crucificado” aseguró.