Por TALPORCUAL
Muchísimas han sido los espacios mediáticos dedicados a la cobertura de la despenalización del aborto. Una lucha de pañuelos verdes y celestes que han signado las calles de nuestro bendito país. Una exigua diferencia pone en
ventaja a expresión abortera y con muchas posibilidades de transformarse en Ley a la brevedad. No obstante la lucha continua y ya se menciona la futura acción legal de las partidarias celestes para gestionar su inconstitucionalidad.
Por supuesto que ambos bandos esgrimen argumentos potencializadores de sus respectivas orientaciones. Algunos aferrados al sentido común y otros no tanto.
No acepto ninguno que soslaye la vida. Fuera de discusión cualquier situación que condicione la continuidad de la vida.
Podemos debatir cualquier argumentación de los derechos soberanos de la mujer con respecto a disponer sobre su cuerpo. Aceptado esta el triste numero de evitables fallecimientos en intervenciones abortivas en condiciones
precarias, unas de las principales bases de la campaña verde. Absolutamente atendibles desde todo punto de vista, aunque expresadas con gran vehemencia no aportan números y estadísticas fehacientes. Los guarismo
oficiales o no (que llegan siempre con considerable retraso), desvirtúan tal planteo.
El respeto por la vida es objetivo más que primordial para sostener cualquier reivindación, pero atentar contra la continuidad es un acto que deshumaniza la conquista. No se puede ignorar la vida en virtud de argumentaciones que, por momentos, tienen el desagradable tufo de intencionalidad dolosa. Digo esto porque la continuidad en el tiempo de una campaña (pro aborto) sin duda requiere una organización, respaldo y financiación que ningún colectivo espontaneo y honesto puede sostener.
Y allí aparecen las teorías conspirativas que conllevan más y más dudas Dejemos de lado cualquier argumento o derecho invocado para intentar justificar una conquista que no evalúo ni positiva ni negativa. Eso sí, no nos equivoquemos, esto es una intima decisión de conciencia. Así de simple y concreto. Todo lo demás sirve para maquillar un movimiento que, insisto está reñido con la vida y la evolución humana.
No es para nada falso que las mujeres y en un intento de no condicionar sus vidas, se vean obligadas a dispensar la vida de sus retoños en condiciones deplorables en muchos casos. Y allí si pesa el numero de algunas cifras que se
usaron en campaña. Se ha expresado el grave problema de salud publica generado por intervenciones clandestinas.
Y si bien cualquier pérdida de vida de una madre es inaceptable, que hacemos con el 0,25 % de
fallecimientos informados sobre un promedia entendido entre 400.000 y 600.000 practicas de interrupción del embarazo. Si, entendieron bien….el mismo número de fetos que fueron a parar al olvido, o mejor expresado, no
tuvieron la oportunidad de ser personas desarrolladas.
Se intenta explicar este manifiesto genocidio con argumentos científicos discutibles en cuanto a la factibilidad de la gestación traduciéndolas en días.
No….debemos entender que la vida es VIDA desde su mismo origen, un hecho casi instantáneo. Si no se quiere asumir esto, las esperanzas humanas son bien pocas.
Si se quiere liberar la conciencia(en el hipotético caso que existiera) no se puede pretender disminuir la terrible situación que plantea el apagar vidas en virtud de excusas abominables. La virulencia con que el movimiento verde a llevado adelante esta campaña, no habla bien de lo que se sostiene…que las
mujeres son la reserva moral de la humanidad.
Se debe respetar a ultranza el derecho femenino. Se debe sostener con firmeza la posibilidad de “ni una menos”, pero hay factores que no condicen con algunas expresiones de justificación de campaña.
El verde significa esperanza, significa continuidad, significa la mejor expectativa. Este…..no es el caso.
Muy bueno el artículo que lo comparto totalmente, obviamente que no hay regla sin excepción, pues aún no termino de tomar una postura en los casos de violación de niñas, adolescentes o mujeres maduras ultrajadas